Esta obra, dirigida a los más pequeños, nos entrega una delicada rima sobre un conejo muy coqueto que, cierto día, se miró en un espejo. Lo que vio lo dejó muy satisfecho, pues comprobó que sus orejas estaban parejas y que sus bigotes eran muy grandotes. La felicidad lleva a este animalito a dar saltos tan altos que primero llega a las nubes y luego a la luna, donde se queda a vivir. La gracia del breve poema de Emilio Lome encuentra su complemento ideal en las expresivas ilustraciones de Daniela Martagón.
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